Escrito por Josu Jauregui
El avance de la tecnología y la versatilidad de los materiales, especialmente la gama de plásticos, hormigón y acero, ha hecho posible que los sistemas constructivos hayan variado tanto en pocas décadas; y la disminución del uso de la madera no ha sido ajena a este hecho.
Ha habido. sin embargo , otras facetas no menos importantes que han contribuido enormemente a la reducción del uso de la madera:
a) La disponibilidad de algunas especies adecuadas de madera de la región ha disminuido.
b) Se ha olvidado casi por completo el conocimiento tradicional acerca del uso de la madera; como consecuencia, se ha desprestigiado la madera, junto con el adobe, aun siendo el material más noble, renovable, sano, sostenible, estético, confortable... de la construcción.
Ciclo de tala
Nuestros antepasados observaban las estaciones del año, los meses más favorables (dependiendo de la especie), estudiaban el ciclo de la luna. Se sabe que la luna influye en la pleamar y la bajamar de los océanos; también influye en la circulación sanguínea y linfática de los seres humanos (prueba de ello es el flujo de la mujer en ciclos de 28 días que coincide con el ritmo de la luna). El flujo de la savia del árbol es semejante a la circulación sanguínea de los seres humanos. La savia sube por la masa leñosa de la albura del tronco hacia las puntas de las ramas, y baja por el luber (corteza interior) a las raíces, en un intercambio constante; por efecto de la fotosíntesis las sales minerales y las vitaminas de la tierra se juntan con el anhídrido carbónico del aire, y son transformados en nutrientes esenciales para el crecimiento del árbol (glucosa, azúcares, almidón, etc.).
En los últimos meses de otoño, coincidiendo con la caída de la hoja, la incidencia solar sobre los árboles ha decrecido; llega el período de hibernación. La circulación de la savia se minimiza. Si hacemos coincidir el triple ciclo: ciclo solar (noviembre diciembre, enero) ciclo lunar (cuarto menguante) y ciclo diario (últimas horas de la tarde), es entonces cuando la actividad de la savia se minimiza en extremo, hasta ser casi nula; es el momento óptimo para talar los árboles para su posterior empleo en estructuras, cerramientos, ventanas, puertas, entarimados, parquet, etc.
El ciclo de tala aquí mencionado es aplicable tanto a los árboles de hoja caduca como a los de hoja perenne.
En general, esta versión es aceptable, pero no suficiente. Veamos por que:
Como el clima del planeta está variando sensiblemente, los inviernos de ahora son más suave, y a veces las temperaturas que reinan no coinciden con las estaciones correspondientes, hay que estar atentos a qué no nos sorprendan temperaturas elevadas y la actividad de la savia tome vitalidad.
Aparte del ciclo lunar aquí mencionados hemos de prestar atención a otros factores que no deberíamos menospreciar.
Cuando la influencia de la luna y cada una de las doce constelaciones de la bóveda celeste coinciden, hacen incidir directamente sobre el movimiento de la savia del árbol. La incidencia de la luna en cada constelación es del orden de dos días o dos días y pico, y cuando coincide en los signos de fuego y de aire (Aries, Leo, Sagitario, Géminis, Libra y Acuario) es el momento idóneo para la tala. Por el contrario, en los signos de agua (Cáncer, Escorpión y Piscis) deberíamos evitar la tala, y en menor medida en los signos de Tierra (Tauro, Virgo y Capricornio).
Hay otra versión muy arraigada en la sabiduría popular tradicional que difiere en parte (contradiciendo o complementando) de lo anteriormente mencionado. Mientras que los árboles de hoja perenne y de hoja redonda (haya, aliso, abedul, chopo) se talarían respetando el ciclo antes mencionado, los de hoja alargada (roble, fresno, manzano, plátano) se talarían en cuarto creciente.
No tengo ningún propósito de entrar en especulaciones propias de un estudioso en torno a las contradicciones antes mencionadas; lo único que puedo adelantar es que tenemos el propósito de que, con el tiempo estos conocimientos que han estado tan arraigados en nuestra tierra, sean sometidos al rigor científico en laboratorios. Aun disponiendo de toda la investigación y la tecnología a nuestro alcance, nuestros antepasados deberían ser tomados como dignos puntos de referencia.
Protección Natural de la Madera
Cuanto más savia tenga la madera más nutrientes tendrá y será más propensa al ataque de los hongos y xilófagos, donde encuentran el medio ideal para alimentarse y reproducirse.
Cuanta más humedad tenga y menos aireada esté será más propensa al ataque de los hongos que, en cuestión de semanas y a veces de días, infectan la madera; esta madera va perdiendo resistencia mecánica, y a veces resulta inutilizada por completo.
Según datos facilitados por diversos estudios, la madera que contenga menos del 18% de humedad no es atacada por los xilófagos (a excepción de la carcoma grande). Se está investigando con madera recién serrada el "tratamiento térmico", introduciéndola en calderas especiales con calor y sin oxígeno, y haciendo así que libere los nutrientes; secándola en condiciones adecuadas, se evitan los problemas creados por el sistema clásico, se eliminan las tensiones externa-interna de la madera, provocadas por el secado irregular, logrando así la estabilidad, durabilidad y protección natural de la madera Se esperan resultados más satisfactorios que con el secado al vapor
En épocas pasadas era muy empleado el transporte de madera por río; este hecho favorecía sobre todo a los troncos de origen frondoso. La corriente de agua arrastraba a través de los vasos comunicantes los nutrientes del tronco. Efecto parecido se consigue colocando la madera en estanques y lagos de agua más bien pura.
Síntesis
En síntesis, la madera talada observando el ciclo adecuado favorece la durabilidad natural de la madera, y mucho más aún si nos aseguramos de que el tronco permanezca unos cuantos meses más en el bosque, si después de serrado lo apilamos de manera que esté bien aireado, con listones, y dejamos que el viento y el calor del sol no directo vayan secándolo naturalmente, y si además nos podemos permitir el lujo de secar la madera en un secadero de vapor de agua, y elegir la especie idónea de madera para cada intervención a realizar y la protegemos de los agentes atmosféricos con productos naturales comercializados o de elaboración casera con aceite de linaza, esencia de trementina natural, resinas y lacas naturales, esencias de arbustos, cítricos y otras plantas aromáticas, más ceras y otros productos por el estilo.
Aplicación de protectores naturales
Si compramos la madera serrada y no disponemos de suficiente garantía de su procedencia, ciclo de tala y cuidados, podemos aplicar un tratamiento de sal bórax con agua (proporción 1/8), diluyendo la sal en agua a 90 grados centígrados; se puede aplicar a brocha, pero mucho mejor resulta su inmersión en una bañera o caldera calentada a base de gas o de residuos de madera; hay que mantenerla en inmersión a razón de un minuto por centímetro de grosor; luego se saca y se deja secar, nunca pegada al suelo, y tapada para que la lluvia no diluya la cristalización de la sal, pero bien ventilada por los laterales; dejarla secar varios días o mejor un mes, y volver a tratar la madera, esta vez a base de aceite de linaza y esencia de trementina (proporción 60/40), acompañada de cáscaras de naranja o hierbas aromáticas.
Fuente: Asociación de Estudios Geobiológicos, GEA.